El Comercio de la Antigua Europa y sus Rutas
“El Mare Nostrum” (“El Internum Mare”) alcanzó en la Edad Media (Siglos V-XV) su más relevante imperio comercial
La Edad Media fue una transición de casi 1.000 años entre la edad antigua y la moderna (de ahí su nombre). Se inicia en el año 476, coincidiendo con la Caída del Imperio Romano de Occidente, finalizando en el año 1492 cuando Colón llegó a América y el fin de la guerra de los cien años. Según algunos historiadores estuvo marcada por el retroceso intelectual y cultural, la ignorancia, la superstición, la guerra y el hambre, las enfermedades y la subyugación de siervos y mujeres. Pero ¡nada más lejos de la realidad!
En este periodo fueron muchas las rutas que se abrieron a través del mar extendiéndose entre Europa y Asia. Lo inicia Jaime I, conocido como “El conquistador”, por sus múltiples conquistas tales como Baleares y Valencia, fue rey de Aragón, de Valencia y de Mallorca, conde de Barcelona, conde de Urgel, señor de Montpellier y de otros feudos en Occitania. Sus Sucesores lo amplían hasta Alejandría (Egipto) y Bizancio (Estambul), abriendo otras rutas comerciales consiguiendo en el siglo XV la época de máximo esplendor, 75 consulados de mar.
Ruta del Poniente: unía Barcelona con los puertos europeos de Brujas y Londres. Exportaban tanto productos propios como otros llegados de la Ruta del Levante. Las mercancías que llegaban del Poniente eran básicamente paños de lana y metales. Con el hierro fabricaban armas, armaduras y corazas y los exportaban a otros puertos del Mediterráneo.
Ruta del Levante: esta ruta era más importante económicamente para los mercaderes catalanes porque facilitaba el contacto de las rutas asiáticas con el norte de Europa. Los puertos de destino eran Beirut, Alejandría y Constantinopla, siendo el Mediterráneo el núcleo de este comercio. Llegaban desde Asia, el centro y el este, soportando múltiples inclemencias, por fin llegaban productos exóticos como las sedas y las especias. Los principales puertos de escala hasta Barcelona, de la ruta de las especias, eran Candia, Palermo y Messina (Sicilia) y después Alguer (Cerdeña).
“La Edad Media, marcada en demasía por los retrocesos”. ¡Nada que ver con la realidad!
En esta época todo comenzó “In Crescendo”.
Fueron varias las causas que originaron este cambio. El aumento de la producción agrícola, que generó un excedente que hubo que vender fuera. Se ofrecía seguridad tanto en los caminos como en el mar, después de muchos conflictos. Hubo un aumento de la población, gracias a la disminución de las guerras y a la mejora de las condiciones alimenticias, que fueron “in crescendo”. Las cruzadas, a su vez, abrieron muchos caminos comerciales marítimos y terrestres y revitalizaron el comercio entre oriente y occidente. En Europa hubo un gran aumento demográfico, deducido por aproximaciones basadas en la extensión de los cultivos. Los historiadores dicen que en el año 1100 la población europea era de 48 millones de habitantes, en el año 1200 pasó a ser de unos 61 millones y en el año 1300 se superaron los 73 millones, casi se duplicaba la población. Este crecimiento dio lugar a un mayor desarrollo económico y por lo tanto también creció la disponibilidad de la mano de obra.
APARECE UN NUEVO PERSONAJE EN LA EDAD MEDIA, EL MERCADER
Había tres necesidades básicas: alimentación, vestido y vivienda
Al fortalecerse el comercio, en la Edad Media apareció en Europa una clase de comerciantes profesionales que desplazaron la actividad agraria a un papel secundario. La mayoría de ellos era de origen rural, personas que se habían visto forzadas a abandonar el campo por el aumento de población y escasez de tierras, optando por un estilo de vida nómada. Entre esta masa de desarraigados y aventureros se formaron los primeros comerciantes. Éstos sólo vendían en cortas distancias, porque los caminos eran malos y los bandidos los asaltaban a menudo. Además de que al cruzar cada feudo el señor feudal les cobraba un impuesto y, si no pagaban, les confiscaban la mercancía que portaban. Sólo vendían al menudeo y eran artículos de primera necesidad como la sal, la cerveza y los lácteos, también vendían miel, lana para prendas de abrigo y cereales. Pero a finales del siglo XII se volvieron errantes, se desplazaban para vender sus productos de lugar en lugar y en ferias que se celebraban en sitios establecidos. Utilizaban carros con ruedas para desplazarse, tirados por caballos o bueyes, por lo que siempre iban sucios, por caminos polvorientos y llenos de peligros y dificultades, llegando a llamarles “pies polvorientos”. Entonces, para compensar sus gastos de desplazamiento, fueron aumentando sus limitadas mercancías con productos de lujo como perfumes, especias y tintes, de las que obtenían mayores ganancias, pero a partir del siglo XIV volvieron a ser sedentarios pues el volumen creciente de sus mercancías les dificultaba cada vez más su traslado de feria en feria. Fue entonces cuando se establecieron en determinadas ciudades y comenzaron una nueva etapa, vender al por mayor. El comercio local que caracterizó el renacimiento de la Edad Media era muy diferente al comercio a larga distancia o al internacional. Éste nunca desapareció, los campesinos libres y los señores feudales vendían sus excedentes en la ciudad: productos agrarios, madera, cuero y principalmente lana. Con sus ganancias compraban, en las grandes urbes, mercancías que no tenían en el campo, como herramientas y telas.
RUTAS Y TRANSPORTES FLUVIALES Y MARÍTIMAS: también utilizaban las vías fluviales y marítimas, las terrestres eran muy peligrosas y muy caras, por los impuestos. Por seguridad los mercaderes preferían el transporte fluvial. Los más importantes fueron los del río Po y el Ródano. El medio más barato era el marítimo, por eso fue el preferido, a pesar de los riesgos de los naufragios, de la amenaza de los piratas, de la poca capacidad de sus naves y de lo lento del viaje. Pero también es cierto que en un solo barco podían llevar las mercancías de varios comerciantes al mismo tiempo.
OTROS INSTRUMENTOS DEL COMERCIO EN LA EDAD MEDIA FUE LA MONEDA
Paralelamente al movimiento comercial a larga distancia se produjo un desarrollo monetario a través del cual la acuñación y la circulación monetaria aumentaron. Las primeras monedas que cobraron un valor internacional, y que por lo tanto tenían vigencia en varios países, se hicieron a partir del siglo XII en el que la mayoría de países aceptó el Bimetalismo monetario o sea, el uso de monedas de plata y oro.
Aparecieron los primeros bancos, para agilizar las transacciones comerciales y por ende, apareció la figura del banquero para reconocer las diferentes monedas, su peso y equivalencias. Los banqueros se volvieron prestamistas que cobraban intereses por los préstamos que realizaban a sus clientes, aceptaban velar por los ahorros que le depositaban, abrían libros de cuentas y realizaban transferencias monetarias para sus clientes. Se comenzó a usar las transacciones de crédito, puesto que viajar con tanto dinero era tan incómodo como peligroso. Aparecieron también las letras de cambio. Un acuerdo entre ambos donde el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en un lugar diferente al del préstamo e incluso en otra moneda prestada.