NOVEDAD MUNDIAL

“Ánforas de Mar posee un producto de novedad mundial”, ésta fue la valoración que la Oficina Española de Patentes y Marcas concedió a nuestro proyecto.

Ánforas de Mar es una empresa original y sin precedentes, al dedicarse al cultivo bajo el mar de piezas únicas para la decoración y el regalo (esculturas, bustos, ánforas, columnas y un largo etc.). La idea de patentar nuestro producto debía contar con un procedimiento, requisito fundamental para la concesión de una patente de invención. Nosotros solicitamos por teléfono una cita previa para obtener la información necesaria y nos fue concedida. Una vez que se inicia el proceso de apertura de una patente existe un plazo máximo de dos meses para ejecutarla. Acudimos a nuestra cita  a la hora indicada y lo primero que nos dijeron fue que necesitábamos rellenar una solicitud con boceto incluido (dibujo) del “procedimiento” que se iba a utilizar para el desarrollo del proyecto y que la entrega habría de hacerse allí mismo, en la propia Oficina Española de Patentes y Marcas. Un gran amigo fue esencial en la creación y puesta en marcha de la empresa, él nos apoyó siempre y nos  acompañó en este viaje, al salir a la cafetería más cercana nos comentó que lo ideal sería entregar la solicitud lo antes posible, para evitarnos un viaje de vuelta, y así lo hicimos. Fue curioso ver como ejemplo a seguir el invento de la fregona, del cual ya conocemos todos su afamado éxito. Cumplimentamos la solicitud con los datos pertinentes y allí mismo, en la terraza de la cafetería y a mano alzada en un folio en blanco y con bolígrafo en mano, nos dispusimos a dibujar el susodicho circuito del que constaba nuestro innovador proyecto. El proyecto fue entregado unas horas más tarde. Nos dieron el visto bueno y lo admitieron a trámite. Ya sólo tocaba esperar  la resolución que tardaría unos meses. 

La espera no se hizo muy larga y llegó el veredicto sobre la documentación entregada. Teníamos serias dudas porque pensamos que había sido todo muy rápido y que quizá teníamos que habernos ido a casa y haber hecho el proyecto con un ordenador, para entregarlo más completo. Pero no, esto no fue un inconveniente y la respuesta fue positiva. Carlos Abad Ferrer consiguió la patente de invención del envejecimiento natural de ánforas y otros objetos bajo el mar para la decoración y el regalo. ¡Lo habíamos conseguido, el barrido mundial que hicieron los examinadores de la Oficina de Patentes para confirmar si había algún procedimiento o producto parecido al nuestro en el mercado fue negativo! 

Piezas únicas

El comercio actual es un fiel reflejo de la historia, conocimiento y sabiduría que fueron adquiriendo nuestros antepasados. Los fenicios crearon algunas de las colonias más importantes del levante Mediterráneo y aparecieron por occidente desde tierras lejanas de oriente, trayendo verdadera riqueza para el comercio como maderas, piedras, metales, vidrios, majestuosas esculturas pertenecientes a otros países, etc. Comenzaron  a destacar por ser grandes conocedores de la navegación y muy persistentes en su actividad y progreso. Fueron eruditos, adquirieron unos conocimientos en astronomía sin precedentes y se convirtieron en los mejores navegadores nocturnos de la época, por ello los llamaban  “los amos del Mediterráneo”, aunque también su nombre en ocasiones iba ligado al de “piratas”, pues fueron ellos los que nos trajeron a los primeros esclavos. Nos situamos a unos 2.000 años a. C. Su dominio en el Mediterráneo fue tan grande que algunos lo llamaron también “el mar fenicio”. En los mercados encandilaban con esos objetos diversos y diferentes que no se habían visto antes por allí: cerámicas, tejidos y joyas, piezas únicas, y por ello muy valoradas en muchos ámbitos, quizá porque aportaban también cultura y por el significado simbólico de sus dibujos, colores y ornamentación.

El concepto de pieza única ha tenido una connotación especial que ha sido valorada por aportar estatus social al que la poseía

Piezas prohibidas

En Ánforas de Mar una de las características más relevantes de nuestros productos, que aportan valor implícito, es que son reproducciones y que están hechas a mano, por maestros artesanos, como antaño, conservando las formas, tamaños y usos de la antigüedad, además de que sin duda, al no poder poseer legalmente un ánfora antigua, por ser Patrimonio Histórico de la Humanidad y estar penalizada su venta y comercialización por la ley, su adquisición puede llegar a ser un privilegio.

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